Los "simpáticos" hijos de la Gran Bretaña


Primero se quedaron con Gibraltar y ahora nos quieren fastidiar la siesta. Gracias a nuestros simpáticos amigos ingleses Europa va rumbo de establecer la jornada laboral en 13 horas diarias, o sea 65 semanales. Ahora que las nuevas tendencias apoyadas por expertos habían determinado que debían cambiarse los conceptos relativos al trabajo para primar la satisfacción del trabajador y la productividad sobre el tiempo llegan los hijos de la Gran Bretaña y nos cuelan que debemos trabajar hasta morir. Y entonces empiezo a entender por qué la mayoría de los ingleses que vienen a la oficina ya están cogorzos a primera hora de la mañana: para olvidar que deben regresar a sus campos de concentración cuando terminen las vacaciones en España.
No entiendo nada. Desde luego nuestros representantes europeos poco han pintado en este asunto (pese a que somos los precursores en el mundo mundial de la Alianza de las Civilizaciones) y poco van a pintar.
Una jornada tipo con el nuevo sistema europeo sería entrar a las ocho de la mañana, salir a las cuatro de la tarde, volver a entrar a las seis y salir a las once la noche.
Y mientras tanto los americanos premian a sus trabajadores con más tiempo libre, precisamente porque mientras más tiempo estén las criaturas descansando más invertirán en ocio, en compras, en la economía del país…serán más felices y rendirán más.
Mi club de envidiosos pensará qué cojones hace un funcionario de mierda, con 35 horas semanales, opinando sobre este asunto, pero es que me viene a la cabeza ese refrán de “cuuando las barbas de tu vecinos veas cortar pon las tuyas a remojar”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

He leido la noticia en el periódico 20 minutos, y me hace gracia el que esto es aplicable "si hay acuerdo entre el trabajador y el empresario". ¿Desde cuándo el poseedor de medios de producción y el que subsiste a través de la venta de su fuerza de trabajo están en igualdad de condiciones?

Por cierto, a mí esta noticia me resuena con este texto del reverendo Martin Niemöller, de 1945, ante el genocidio nazi:

Primero vinieron a por los comunistas,
Y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron a por los judíos,
Y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron a por los católicos,
Y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron a por mí,
Y para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por mí.

Marta dijo...

Pues estoy totalmente de acuerdo contigo, QUIERO MÁS TIEMPO LIBREEEEEE!

Pedro dijo...

Yo estoy jubilado, espero que no me hagan volver al curro, porque lo llevaría "mu" mal...