Funcionarios a casa: adiós a la crisis, llega la gripe A


LLegó una señora a la alcaldía, primero estornudó y luego estuvo sonándose los mocos un rato. Otro hombre que estaba esperando en la sala se levantó y salió lentamente del despacho. La mujer nos miró y dijo apenada que tenía alergia desde hacía más de cincuenta años pero que por culpa de la gripe A cada vez que estornudaba la gente la miraba mal. Les respondí que no se preocupara, que yo era un experto en gripe A y que podía estornudar cuantas veces le diera la gana.

Debo reconocer que cada vez que veo algo sobre la dichosa gripe en los medios de comunicación es como si me golpera un huevo con una piedra. Viví en México, en primera línea, el inicio del brote de esta pandemia. Y jamás he visto un despropósito semejante y una gestión de la crisis tan nefasta. Pero lo peor de todo es que empiezo a ver que algo similar va a suceder en nuestro país. Tal fue el nivel de alarma creado que mis propios compañeros pretendieron que mi ayuntamiento impidiese mi incorporación al trabajo y me pusiera en cuarentena, algo a lo que se negaron con rotundidad la mutua y el servicio sanitario público (aunque a mi me encantaba la idea de tirarme cuarenta días rascándome los huevos por razones preventivas).

Como os decía lo que sucedió en México fue de juzgado de guardia. Para empezar, el anuncio de la gripe se censuró para que el prediente Obama mantuviese la visita prevista al país. Una vez abandonó México DF el gobierno se encargó de hundir la economía en la más absoluta de las miserias creando una alarma imaginaria sin precedentes. Unos meses después, y mientras la situación real se mantiene exactamente igual que entonces, no dejan de organizar conciertos solidarios donde miles de mexicanos pegaditos unos a otros no dejan de proclamar que allí ya no sucede nada. Unas semanas las estúpidas autoridades sanitarias mexicanas prohíbian el acceso a los monumentos al aire libre como Tulum para "evitar la propagación", aunque mantenían abiertas las atracciones turísticas privadas.

Aqui empiezan a verse señales parecidas. Ya hay quien nos recomienda evitar dar la mano, los dos besitos y cosas por el estilo. Curiosamente no dicen nada sobre concentrarse 20.000 personas en un estadio de fútbol, o sobre rozar los pasamanos del metro, o tocar los pomos de las puertas...pero todo llegará. Los fines de semana mueren más personas por accidente de tráfico que por culpa de la gripe y a nadie se le ocurre prohibir que circulemos por carretera.Al otro lado del oceano, en Nueva York, dese el primer día la autoridades sanitarias trataron la gripe A como una gripe común estacional. Hay más de 600.000 personas infectadas y ya van por 47 muertos pero nadie parece ver una excpecionalidad mediática al respecto. En España mueren cada año cerca de 8000 personas por la gripe pero la cifra parece olvidarse deliberadamente y la mecha del pánico arde con fuerza pese a que hay poco más de veinte fallecidos.

Pero insisto en destacar la diferencia: hay zonas de Estados Unidos donde el dengue sigue causando estragos (e incluso ya hay casos en Europa) pero no se empecinan en anunciarlo a los cuatro vientos. Lo mismo sucedió en sudamérica: mientras en México daban cifras falsas sobre las muertes por gripe (en aquellos días todos los que fallecían por cualquier motivo se lo anotaban a la gripe) otros países cercanos ocultaban (y siguen haciéndolo) sus cifras para beneficiarse de la huida en estampida de los turistas.

Temo que aqui sucedan todas estas cosas. Me aterra ver (como presencié en México) a las personas con mascarillas que no sirven para nada, que los turistas marchen a otros lugares o que finalmente un servidor y el resto de mis compañeros de la administración nos demos de baja al primer síntoma por simple "precaución" y exceso de celo.


¡Menudo invierno nos espera!

OEA: el ciruelo de J.


OEA (no confundir con la Organización de Estados Americanos), o lo que es igual el selecto y reducido grupo de funcionarios adscritos al grupo de Operaciones Especiales de Alcaldía. Somos diferentes y estamos preparados para cualquier contingencia. Desde preparar un café con restos de polvo de talco a montar el cirio padre alterando la agenda del mismísimo alcalde. Puede incluso darse la circunstancia de que el servicio de escolta se encuentre asegurando el perímetro a más de cinco kilómetros del primer edil mientras el susodicho se encuentra sólo y desamparado ante una terrorífica comunidad de propietaros cabreados con el ayuntamiento. Todo es posible.

Quienes trabajamos en la primera línea de fuego de la primera autoridad municipal sabemos de política internacional, informática, gestión tributaria, recetas con Thermomix (para darle coba a las mujeres de los concejales), artes marciales, fontanería, protocolo y toreo profesional.

Nada mejor que un ejemplo para expresar nuestra alta cualificación. Esta mañana coincidí con mi amigo J. Estaba muy preocupado y como miembro del OEA necesitaba mi ayuda. J. es funcionario y además de estar incluido en 38 bolsas diferentes participa en las pruebas de selección para la policía local. A J. le inquietaba que en el reconocimiento médico el facultativo en cuestión le hiciese bajar los calzoncillos y le palpase el ciruelillo al completo. A la salida de tan completo reconocimiento había consultado con otros aspirantes y al parecer a ninguno le habían escudriñado sus partes más íntimas. J. me reclamaba una investigación profunda al respecto y que además lo pusiera en conocimiento de la máxima autoridad municipal.

Lo peor de todo es que hasta donde han llegado mis investigaciones, al más puro estilo detective Colombo, parece que J. está en lo cierto. Toda la mañana ocupada buscando una explicación y al final no tengo claro si decírselo al alcalde o publicarlo en el blog para el conocimiento oportuno de la toda la comunidad científica internacional. Lo siento J.

¿Dejaremos de cobrar los funcionarios?


No es fácil abstraerse de lo que sucede a nuestro alrededor y por más que algunos gurús de la política se empeñen en que los funcionarios debemos gastar, a diestro y siniestro, para salvar la crisis lo cierto es que cada vez planea con más fuerza la posibilidad de que algún día, al parecer no muy lejano, hasta los funcionarios tengamos dificultad para cobrar las nóminas...o al menos algunos funcionarios.

Traigo a la palestra a Marc Vidal, a quien admiro profundamente. Es inteligente, brutalmente crítico y sin pelos en la lengua. Es, evidentemente, muchísimas cosas más pero esto ya lo podréis averiguar navegando sin limitaciones por su más que recomendable espacio web. La cosa es que Marc acaba de aventurar: "Apuesto a que antes de final de año las noticias empezarán a reflejar los primeros funcionarios exigiendo sus nóminas en las puertas de algunos ayuntamientos". Habrá quienes consideren esta afirmación como una auténtica barbaridad pero Marc no es de los que vaticinan alegremente malas noticias sin tener suficientes razones de peso. En la misma línea se pronunció hace tan sólo unos días un interesante artículo de La Vanguardia: "Los ayuntamientos vaticinan la quiebra en el 2010 si el Gobierno no toma medidas".

Entre los funcionarios de mi entorno es vox populi la crítica situación de algunos ayuntamientos andaluces, el anuncio inminente de quiebra y cierre de sociedades municipales y en la disminución drástica galopante de los ingresos en las arcas de las administraciones locales. Existe una tamizada inquietud y la curiosa sensación de que si esto llega a suceder siempre le pasará a los otros antes que a uno mismo.

Aparentemente en mi ayuntamiento la nómina está garantizada por una póliza de crédito pero desconozco la solidez presupuestaria de otros organismos próximos como la diputación o las mancomunidades más próximas.

El tiempo pasa y los análisis de Marc Vidal son meras conjeturas. La realidad, la de ahora mismo, la de este mismo instante es que pese a tener la mayor tasa de paro de Europa (con unas previsiones "optimistas" de incremento superiores al 20%) y unos datos económicos tan nefastos millones de españoles han salido a disfrutar las vacaciones. No pasa nada...aunque Marc Vidal pretende fastidiarnos el verano y jodernos definitivamente en otoño.