Yo no había nacido y mi compañero ya estaba haciendo liquidaciones de impuestos a mano y con una plantilla municipal de apenas treinta personas (ahora supera las 600), incluso se disponían mensualmente a elaborar las nóminas con anotaciones en libros de cuentas y efectuando el pago a los funcionarios con dinero en efectivo y monedas dentro de sobres...Han pasado 36 años, que los cumple hoy, y el jodío está hecho un chaval.
Reconozco que desde el principio ha sido toda una referencia para mi. Un funcionario ejemplar.
Cuando hace poco más de un año tomé posesión de mi plaza como funcionario un buen número de amigos me lanzaron sin piedad un comentario estándar: “¡¿funcionario, que vas a coger tu plaza de funcionario?, venga ya, seguro que no duras ni un año, eso es aburridísimo, no es para ti!”. Es otro de los mandamiento anti-funcionarios: somos vagos, holgazanes, ausentes de inquietudes y con unas tareas tan aburridas que nos marchitan. Vale, bien, lo reconozco, ante el acoso de mi entorno tuve cierta inquietud al respecto…hasta que conocí a mi compañero y entonces supe que hay vida a pesar de ser funcionario.
Lleva 36 años trabajando. Es un profesional que destaca por hacer su trabajo mucho mejor que otros. Conoce como ninguno los entresijos de su departamento, es prácticamente imposible sacarle de sus casillas (pese a los maleducados contribuyentes), es eficiente y es muy difícil sacarle algún comentario malicioso sobre su trabajo o sus compañeros.
Posiblemente sea más divertido ser astronauta, jugador famoso de fútbol, multimillonario, o por ejemplo dueño de Microsoft pero hacer durante 36 años casi lo mismo, tener la capacidad de ir adaptándose a los nuevos tiempos (pasar del ábaco a los procesos informáticos, por ejemplo) y no morir en el intento más que ser una estupidez es toda una virtud.
Todo esto me lleva a pensar una vez más que la jubilación debería producirse antes de los 65 años. No me creo, por más que nos lo quieran vender, que la “edad dorada” más fantástica del mundo mundial sea a partir de esta edad. Las administraciones deberían seguir el ejemplo de Telefónica, que estudia
prejubilaciones a los 48 años. Mientras llega este momento yo seguiré observando a mi compañero para conocer las claves que le han permitido sobrevivir con tanta dignidad durante 36 años de trabajo...que no es poco.