Al perlita de mi primera entrada del año, al amigo de los funcionarios Joan Martínez Vergel, se le suman ahora el enfoque que algunos medios dan a determinadas noticias. Leo con perplejidad el titular de La Sexta: "Ya puedes insultar a los funcionarios". Ea, otro granito de arena para que los ciudadanos nos adoren y traigan enriquecedoras experiencias a nuestro trabajo diario, especialmente a quienes estamos de cara al público.
Como periodista la sentencia del Tribunal Supremo me parece de lo más acertada. El director del medio, que por cierto ya no existe, pidió disculpas públicamente e incluso llegó a intentar corregir su desvarío con otra editorial mucho más esclarecedora. Y es de agradecer este profesional gesto en un mundo, el de la prensa, en el que ya es casi imposible ver rectificaciones o correcciones si no son previo paso por los tribunales y muchísimos años después.
El problema es cómo el enfoque superficial de una noticia con el ánimo de atraer el mayor número de visitas puede llevar a la confusión. Y nada mejor que leer el artículo que en su día publicó el periódico Levante para ver la diferencia entre una buena y una mala información. Y desde luego, es imperdonable (tal y como apunta el buena amigo de Fuencionario´s Blog) no leer los argumentos del genial Sevach al respecto.
Desde luego yo no voy a permitir que me insulten y en alguna ocasión, ante la subida de tono de algún ciudadano-talibán al otro lado del teléfono le he dicho que no aceptaba la falta de respeto y que si mi padre no me gritó nunca tampoco se lo iba a consentir a un cenutrio. Cuelgo el teléfono y que le den.
Ahora toca esperar...veremos cuánto tarda en llegar algún listo que me llama vago y a posteriori me cita al Tribunal Supremo.
4 comentarios:
A tu magnífico post añadiría el análisis jurídico que hace el profesional Sevach en su blog.
Ya hasta es gratis amenazar de muerte. Ya he comentado que trato mucho con gitanos, negros y demás. Pues resulta que uno ha echado la renovación fuera de plazo y, como ha perdido el puesto (la lista de espera es muy larga), ya van 2 visitas y 2 llamadas telefónicas en que me dice que igual no llego a Navidades (no con estas palabras, claro, pero el significado es inequívoco).
Mi jefe ha intentado darle otros puestos que el ayuntamiento tiene reservado para reestructuraciones y demás, pero yo le he dicho que ni se le ocurra.
¿Y qué hay que hacer? ¿Llevar a este pobre diablo al Tribunal Constitucional por violar mi derecho al honor? Que a veces no queda otra que aguantar...
Pues admirado bloguero, al hilo de lo que dices, siempre me he preguntado porqué las oposiciones no incluyen un ejercicio estilo "humor amarillo" para poner a prueba la paciencia de los funcionarios ya que hoy el funcionario de ventanilla se consuela con aquéllo de "entra en el sueldo" pero muy duro resulta ser amable con quien no lo es.
Llevo doce años trabajando de cara al publico en la administración local. Admito que no consigo superar los insultos y las reclamaciones absurdas de la mayoria de las personas que se hacercan hasta el ayuntamiento. Hago lo posible por guardar la compostura, pero me cuesta mucho. No entiendo como la gente pueden llegar a ser tan básica y primitiva. Es cierto que tenemos que dar un servicio y que trabajamos para la ciudadania, pero muchas personas tienen dos asignaturas pendientes; ser ciudadanos y tener educación, si no es así, poco se puede administrar.
Perdon, acercar es sin "h". Lo faltaba ya.
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